Cuando este impreso probablemente se llame Su vuelo mas placentero pero aun no tengo muy en claro el titulo. Les dejo abajo el link de Una Caja de Herramientas.
Señores pasajeros, bienvenidos y gracias por elegir Aerolíneas Sur. Les habla su capitán. Hoy esperamos tener un vuelo tranquilo, aunque no lo creo, porque cuando salí de casa pisé una macumba como un imbécil. Era un muñequito, de esos que se ponían en las tortas cuando eran de una cancha con jugadores de fútbol, les hablo de allá por los 90, tenía una cintita roja en el cuello y un papelito que decía: “Guillermo, te ato para que estemos juntos toda la vida.” ¿Cómo sé todo esto? Se estarán preguntando, señores pasajeros. Lo sé porque su capitán, el boludo atómico del siglo, se agachó e intentó arreglar la macumba para no ofender a un espíritu malvado o algo así, vaya uno a saber. La cuestión es que toqué esa porquería que tenía un líquido rojo y pegajoso, como sangre de gallina virgen o algo así. Si había un espíritu en esa cosa, seguro que se me pegó. Sinceramente no sé si Guillermo tiene alguna idea de lo que se acaba de salvar gracias a mí, porque esos embrujos funcionan al 100%, siempre, siempre.
No es mi intención asustarlos, señores pasajeros, pero creo que deben estar al tanto de lo que pasó para que vayan tomando precauciones. La que yo sugiero es bajarse inmediatamente del avión. No exagero… lo sé casi de primera mano, porque a mi hermano le hicieron un gualicho muy parecido, así pasó el resto de su pobre vida atado al trabajo en la estación de servicio de mi pueblo, ya que la dueña de la estación de servicio se había enamorado de él y lo usaba como juguete sexual para cumplir sus fantasías entre los surtidores de combustibles o en la fosa donde ponen a los autos para que les cambien el aceite. Esclavo toda la vida por ese muñequito vudú que encontró cuando ya fue muy tarde. Todo trabajo que conseguía lo perdía casi inmediatamente, intento cambiar muchísimas veces de trabajo pero no lo llamaban o le daban excusas rarísimas para no contratarlo. Así fue como perdió sus mejores años trabajando en esa estación, mientras ella lo tenía como un títere. Incluso participó de un trío con el marido de la dueña del lugar. Entre él y ella sumaban 153 años, eran dos abuelos prácticamente, y ahí estaba mi hermano, todo encantado, buceando en esos colgajos de piel sudorosa. Cuando no pudo más, se mató. En una ocasión mientras estaba cubriendo el turno noche, se sentó al lado de un surtidor, se puso el pico de nafta común en la boca, porque la súper era un poco más cara, apretó el gatillo y hasta que no empezó a convulsionar no dejó de salir combustible. Murió.
Por eso sé de lo que hablo y esas cosas empiezan a hacer efecto casi de inmediato. Al rato de haber pateado la macumba, me llamó mi vieja para decirme que mi abuela falleció porque la picó un murciélago y le contagió rabia. Seamos sinceros, entre nosotros, señores pasajeros, ¿cuántas veces les puede pasar una cosa así? Muy pocas o ninguna. No hay chance de que a alguien le pase esto. Además, todo en menos de una hora. Es la brujería que se me pegó. Pero ahí no termina la cosa.
Paso a saludar a mi mujer por el trabajo y la encuentro sentada en la falda del jefe, rodeándole el cuello con los brazos, haciéndole naricitas y riendo a centímetros de la boca de ese desagradable. Porque yo no seré la gran cosa, pero mejor que ese estoy seguro. Yo voy al gimnasio, me cuido en la alimentación, practico sexo tántrico, sé que no soy George Clooney, pero para la edad que tengo estoy bastante bien. Tengo buen porte, buen trabajo, soy simpático, voy al dentista todos los meses. Si hubieran visto por el desastre por el que me cambió mi mujer, se darían cuenta de que eso solo puede pasar si hay algo, pero insisto, la culpa es mía.
Como si fuera poco, cuando estoy entrando al estacionamiento, me fallan los frenos. Sí, les cuento, mientras la azafata me hace caras como no pudiendo entender que a mi auto, cero kilómetro, que lo saqué de la agencia esta semana y, como tuve muchos vuelos, todavía no lo pude ni usar. La primera vez que lo saco a la calle, lo traigo al trabajo y me fallan los frenos. Encima, el estacionamiento es muy empinado y terminé incrustándome contra la camioneta del dueño de la aerolínea. Así, derechito. ¿Cuántas veces les puede pasar algo así? Nunca. Este tipo de desgracias no le pasa a la gente que no pateó una macumba, yo las tuve prácticamente en medio día. Por eso les advierto que se viene algo muy fuerte. No era un buen día para volar. Yo se lo dije a mi jefe, pero no quiso escucharme porque estaba todavía muy enojado por lo que le hice a la camioneta.
Por eso es que me veo en la obligación de decirles que van a volar con alguien que está maldito. Tal es así que antes de abordar fui al baño y, después de hacer lo segundo, vi sangre en el inodoro. O sea, no es joda. Por eso les diría que se vayan preparando para turbulencias, pozos de aire, tornados, sudestadas, llovizna y huracanes, toda la mierda que esté dando vueltas por ahí, la vamos a agarrar en este vuelo. Si aún insisten en viajar porque quieren conocer Bariloche, porque son sus vacaciones y no les dan otros días en el trabajo o por lo que sea, sepan que si llegamos a destino, que supuestamente debería ser en dos horas y cinco minutos, aunque estamos saliendo un poco más tarde, si, sabiendo todo esto, ustedes porfiados quieren viajar igual, el mejor consejo que les puedo dar es que empiecen a vomitar desde ahora, así cuando comience el baile, van a tener el estómago un poco más vacío y no será tan desagradable. La temperatura es de 25 grados, pero no les extrañe que de un momento a otro se nuble y haya una tormenta eléctrica, cosa improbable, dice el servicio meteorológico, pero eso no saben un carajo de lo que puede hacer una atadura como la que pateé al salir de mi casa esta mañana. Eso es brujería pura y dura. Los que la hacen tampoco quedan muy bien, que digamos. Jugar con esas energías pesadas tiene un costo y a veces es muy caro.
Dicho todo esto, si aún quieren viajar, vamos a despegar en breve. Ahora las aeromozas les van a indicar los elementos de seguridad que hay en el avión. Estén seguros de que lo vamos a necesitar, porque con la magia negra no se jode. Que tengan un gran vuelo y gracias por elegir Aerolíneas Sur… Y ya que estamos, encomiéndense al Dios en el que crean, y en una de esas quizás no nos hacemos mierda antes de tocar el suelo nuevamente.
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