Dos historias en una
Milanesa a la Vick Vaporub
Carlitos es un personaje raro, medio introvertido, parco y poco expresivo, aún así es un buen muchacho aunque algo excéntrico en sus apetitos culinarios….onda le gusta comer palomas de vez en cuando.
Las va a cazar por ahí, las despluma, las hierve, las mete al horno, le hace una salsa de hongos y se las come
- Tenés que probar esto Nachito, es un manjar
- No gracias, todavía me queda el mal gusto de las ranas que comí el otro día.
- No sé porque salió tan fea, en Europa las ranas son un manjar.
Debí sospechar que no era grasa en lo que estaba fritando las milanesas de pollo. En realidad me distraje pensando en las milanesas si bien él me aseguraba que era de pollo yo pensaba que seguramente eran de carne koala, de delfín o de anguila, luego de que me asegurara que era de pollo accedí a cenar con él.
- La milanesa era aceptable aunque con un poco de gusto a menta.
- ¿Porque tiene gusto tan raro la grasa?
- ¡Porque no es grasa!
- ¿En qué fritaste la milanesa?
- Se me terminó la grasa y agarre el Vic Vaporub ¡como es parecido viste!
O sea si tenía brea para ponerle a la sartén hubiese fritado la milanesa con brea, cero criterio para todo “yo también soy más boludo”- pensé para mis adentros mientras entraba a la guardia del hospital con un claro cuadro de intoxicación.
Una noche en la guardia
En la guardia de algún hospital….
Hora 00:09 – Sábado 26 de mayo- 2015
Cuadro: Tengo fiebre, me duele todo el cuerpo, transpiro sudor frio y eructo con olor a menta
- Buenas Noches señor López ¿Cómo se siente?- pregunto sin dejarme responder un hombre alto de bata blanca-. Le voy a ser sincero hay un procedimiento para sacar autitos Hot Wheels del recto de un paciente, pero necesitamos firmar la operación para re cagarnos de risa después, si está de acuerdo firme acá… acá… y acá…- dijo un doctor de unos cincuenta años con cara de tentado de la risa-.
- Doctor yo no me senté arriba de un autito- dije con un tono de voz débil-.
- No me interesa saber los detalles, no quiero saber armaron una pista de autitos que terminaba en usted, no tengo nada en contra de sus gustos por la exploración corporal, es mas mire lo que le voy a decir- dijo el doctor sentándose al lado mío en un tono mas cómplice-. Con un par de mujeres casi me animo a probar el “dedo curioso”.
- ¿Eh?- Exclame por sorpresa y pareció que todos los dolores de mi cuerpo desaparecieron por una fracción de segundo-.
- “El jugueton” “La anguila ciega” “El tacto del amor”
- Pero yo no….
- No es necesario que me explique nada, tengo 23 años de doctor y es extraído mas juguetes de cuerpos humanos que peluches de maquinitas (esas de las que hay en cualquier peatonal) al principio me sorprendía la cantidad de artículos que se pueden perder por un lugar tan poco común pero con el tiempo uno se va haciendo más canchero… ¿Sabes qué?
- Tengo frio….
- Una vez saque de adentro de un paciente medio equipo de muñequitos de metegol y ¿usted cree que me horrorice? ¡¡Por favor!! Me sorprendió si… (Tengo que admitirlo) de que uno de los jugadores perdió la cabeza-.
- Me siento mal- repetía yo como si eso en algún punto mi suplica podría cortar la charla-.
- Eso me dejo helado, porque ahora donde quiera que este ese paciente aun posee la cabeza de plástico de un delantero de futbol de metegol.
Caí desmayado en el piso de la guardia. Pueden haber pasado diez minutos, dos horas, un día entero. Pero la cuestión es que me desperté en la cama de un hospital con un muchacho de delantal blanco que me miraba pálido como si el enfermo fuese él y me cacheteaba la cara insistentemente.
- López, López… ¿se siente bien?- Preguntaba y repreguntaba frenéticamente-.
- ¿Qué paso? ¿Dónde estoy?
- Esta en el hospital, se desmayo en la guardia, en este momento voy a ponerle suero-.
- Ok- dije con la boca reseca-.
Cerré los ojos como esperando el pinchazo inevitable pero…. Pero….El pinchazo no llegaba.
- Hay la puta madre- exclamo el muchacho con la jeringa en la mano-.
- ¿Qué pasa?- pregunte yo con lo que me quedaba de lucidez-.
- No tenes venas loco… A ver… apreta y abrí el puño.
- ¿A si?-pregunte después de repetir la tarea tres veces consecutivas-.
- Si.. Bueno, ¿vamos en esa dale?
- ¿Eh?
- Vamos Omar, fuerza, aguante, vamos que es solo un pinchazo nada mas, todo el mundo lo hace todo los días, no tiene por qué darte impresión.
- Pero yo no…-intente decir cuando vi que el muchacho empezaba a transpirar más que yo.
- Tranquilo Omar. Esto es una pavada es… entramos a la piel, pinchamos un vena cualquiera, pasamos el suero y a la mierda.
- Yo no me llamo Omar doctor – dije al fin-.
- Omar me llamo yo…. Y no soy doctor.