
Llegué al show de anoche en el teatro Opera de la Plata (el primer Side show) de lo que va a ser el Festival Capital el 30 de Septiembre y el 1 de Octubre en la Republica de los Niños, sin haber escuchado nunca una canción de Marilina Bertoldi: ¿El motivo? Tenía cierto prejuicio porque me la recomendó mucha gente de la cual yo sé que le gusta la música pero que quizás no la atraviesa constantemente como a mí, creía que era algo que “había” que escuchar porque estaba de moda y la verdad jamás la moda o el Mainstream me hizo elegir a tal o cual artista.
Debo reconocer que me domino cierto prejuicio, pero quizás no a la música de Marilina propiamente dicha si no a la generación Instagram y a su exageración por todo. Todo es “brillante” “todo lo que está bien”… y esas mierdas. Esta suma de factores hizo que fuera a ver el show con cierto recelo aunque jamás prejuzgando, fui más en plan de… “Vamos a ver qué onda” Se abrió el telón Marlina en el medio, dos zarpadas guitarristas a los costados y una ajustada base rítmica un metro más atrás y desde que empezaron a tocar hasta que terminaron me quedé con la boca abierta, apabullante, muy ajustadito el show.
Tocan rock y lo tocan fuerte la banda es un relojito Suizo no falla, rockean un montón y quizás merezca un párrafo aparte lo que hace Marilina y su posición dominante arriba del escenario.
Tiene “algo” y ese “algo” no se alquila ni se compra, o venis con eso de fabrica o no lo tenes. El control escénico fue absoluto, mucha personalidad, canta bárbaro, se mueve muy bien y sobretodo le crees todo lo que hace, está metida en su mambo súper especial, conecta con el público de manera muy natural y me hizo pensar que en ocasiones” lo que suena” o ” lo que tenés que escuchar” viene de un lugar muy genuino y llegan a dónde está a fuerza de talento y trabajo; tremendo show y cualquier idea que pudiera tener antes de verla me la metí en el orto.
En cambio a Peces Raros ya los conocía (siempre te sorprenden de todos modos) desde que se abre el telón y comienza a sonar el bombo en negras que no va a parar hasta pasada una hora del show te meten en una viaje laberintico del cual no te vas a escapar ni aunque quieras. El viejo truco de encantador de serpientes que sale de una canasta al sonido del Pungi, así es. Un temazo tras otro marcado por una base rítmica que tiene horas y horas de ensayo y trabajo en la sala.
No hay un frotman, son los dos que están al frente los que marcan el rumbo con sus guitarras eléctricos y sintetizadores. Si en algún momento pueden verlos no se lo pierdan porque son hipnóticos, afilados, impecables.
Tocaron durante aproximadamente una hora de show en el cual recorrieron su discografía con canciones como No van a parar, Cicuta, Girando el Falso etc. Fueron suficientes para reafirmar que Peces Raros están adelantados sonoramente un par de kilómetros del resto de los mortales.
Hay que estar en estos lugares, hay que ir a ver música en vivo ya que es la única manera de ser parte de las escenas que en este caso como en el de tantas otras tiene muchísimas cosas que decir y siempre hay que saber escuchar.